La cultura es el cultivo de la excelencia, y en el seno de una organización es el conjunto de creencias y pautas de conducta, son los valores que incorporamos a ella y que imprimen un marchamo especial a nuestra empresa diferenciándola de tantas otras.

La cultura de un grupo, de una organización ha de ser integradora, diversa, amplia, pero sin duda identificadora del colectivo y orgullo de pertenencia al mismo.

En un mundo tan aparentemente igual, donde todos somos los mejores de los mejores, es especialmente sensible la creación de una cultura propia identitaria y abierta.

Sin embargo la expansión de esa cultura, la aprehensión profunda e íntima de la misma por parte de cada uno de sus componentes, exige metodológicamente de una transparencia y creatividad tal que garantice la implantación por aceptación de la misma.

Aceptar es incorporar a nuestro bagaje, competencias, valores e identificadores comunes y para ello como los deportistas de élite, es necesario entrenar, entrenar y entrenar.

La conformación de entrenadores internos, conocidos, confiables son los mejores garantes de la implantación real de la cultura empresarial.